19 de octubre de 2009

Alerta Mundial

LAS MATEMÁTICAS DEL CALENTAMIENTO GLOBAL
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Por Erick Struyf


¿Cómo dividir lo que nos queda de cupo en una atmósfera que es de todos, pero que los países ricos han atiborrado de gases para desarrollarse?

De acuerdo con los cálculos de los científicos, en los próximos 40 años las emisiones de CO2 provenientes de la actividad humana no pueden pasar de 970 mil millones de toneladas si queremos mantener el alza de la temperatura por debajo de los 2 °C y así evitar las peores consecuencias del cambio climático. Para tener una idea de lo ajustados que andamos, tenga en cuenta que Estados Unidos expulsó unos 6 mil millones de toneladas de CO2 el año pasado.

¿Cómo dividir lo que nos queda de cupo en una atmósfera que es de todos, pero que los países ricos han atiborrado de gases para desarrollarse? Si para hacer la distribución tomamos en cuenta el PBI y las emisiones —per cápita— de cada nación, resulta que los países industrializados deberían, como grupo, reducir en 157% su producción de CO2 para el 2050. Como es imposible que la recorten en más de 100% internamente, no les queda otra opción que financiar la mitigación de las emisiones en otros países.

Estas matemáticas puras y duras constituyen el trasfondo de las negociaciones que se vienen desarrollando en el marco de la convención de la ONU sobre el cambio climático. Los países ricos deberán transferir dinero y tecnología a las naciones en desarrollo guiados por dos principios: responsabilidad (reconocer y asumir su deuda histórica por el calentamiento global) y pragmatismo (cobrar conciencia de que sin el concurso de los países en desarrollo no será posible detener el cambio climático). Esto ya pocos lo ponen en tela de juicio.

Pero a menos de dos meses de Copenhague, en donde se debería firmar el pacto climático que tomará la posta a la primera fase del Protocolo de Kioto, las negociaciones están empantanadas porque los países industrializados, aunque resignados a pagar la factura del calentamiento global, siguen desgañitándose por pagar lo menos posible, hacer pagar lo máximo posible al vecino e incluso pretenden forzar a las naciones en desarrollo emergentes a sacar la chequera, a lo que China, India y Brasil se oponen con uñas y dientes.

“Estamos peleando por nuestro derecho al desarrollo. Fíjense en las emisiones per cápita de los países desarrollados, ¡triplican las emisiones de China!”, recalcó indignado Qingtai Yu, enviado especial de Beijing a la ronda de negociaciones que se celebró en Bangkok la semana pasada. Un buen argumento frente a las lisuras de los ricos. El mismo que nosotros podremos esgrimir en unos años si China no se aleja de la vía contaminadora por la que transitaron los países de occidente desde el inicio de la revolución industrial.

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