15 de marzo de 2010

Mujeres Comunistas y el 8 de marzo


Reflexiones sobre nuestro trabajo

Por: Raquel Cartagena del Aguila*

Ha pasado un siglo desde que Clara Zetkin, infatigable revolucionaria comunista alemana, propusiera la celebración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora como fecha de dignificación de la mujer proletaria. Fue una histórica iniciativa aprobada en el marco de la Segunda Conferencia Mundial de Mujeres Socialistas en Dinamarca en 1910 y que sirvió como precedente a la declaración del ocho de marzo como día internacional de la mujer.

A propósito de esta fecha, es necesario que todos los comunistas reflexionen sobre el papel que nos corresponde en la lucha por abolir el “Modelo Patriarcal Sexista” e instalar un “Modelo de igualdad sustantiva entre hombres y mujeres”. Debemos preguntarnos ¿Si realmente hemos entendido la importancia de la mujer en la construcción de una nueva sociedad? ¿Y si nuestras organizaciones han tenido políticas adecuadas para la incorporación de mujeres a la lucha por la revolución?
Entendiendo que sin la acción de la mujer no es posible transformar el mundo, requerimos reforzar nuestras políticas hacia las mujeres. Las mismas que deben señalar, que pese a los avances de la equidad de género en las últimas décadas, no podemos creer ingenuamente que sea posible la plena equidad en un mundo lleno de desigualdades. Con un modelo económico en donde no hay lugar para una redistribución de la riqueza es poco probable que se garantice la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres.

La equidad de género, solo es posible realizar, en una nueva sociedad, en un Estado verdaderamente democrático, sin opresores ni oprimidos, con justicia social y donde se revalorice el trabajo frente al capital, acabando con toda forma de explotación. Por eso es válida la afirmación de que hablar de equidad de género es hablar de socialismo.

Pero debemos entender también, que la política económica por sí sola, no genera igualdad en materia de género, por lo cual aun en un estado socialista, esta no puede ser realidad, sin políticas específicas orientadas a remover restricciones basadas en el género, el camino al socialismo no va a solucionar mágicamente los problemas de la mujer, pues la discriminación y la subordinación de las mujeres se recicla en los distintos contextos y se muestra muy resistente a desaparecer por sí misma.

Después de estas reflexiones, y teniendo en cuenta que todavía no hemos llegado al socialismo, revisemos nuestra realidad y podremos darnos cuenta, que el enemigo de clase ha entendido muy bien la importancia de la mujer en la transformación –o el mantenimiento- de la sociedad y ha implementado estrategias efectivas para ganar a la mujer a favor del actual sistema.

Por eso, el capitalismo ha creado agresivas campañas, queriendo mantenerlas al margen de las luchas, encerradas en un mundo efímero, frívolo y pasivo. Donde las mujeres deben ser en su juventud, en primer lugar, delgadas y delicadas para ser deseadas por los machos quienes deben concederles todos sus caprichos para ser retribuidos con sexo y cubrir su vanidad de tener un mujer hermosa al lado. Convirtiéndolas simplemente en mamíferos de lujo. Y ya entrada la madurez, tienen dos alternativas: la primera, convertirse en buenas madres, buenas esposas, comprensivas, capaces de entender que a cierta edad es normal la infidelidad, el abandono o maltrato de sus parejas, resignarse a que la vida es así, dedicarse a sus telenovelas, a sus hijos, a su monótono trabajo, a ser ama de casa o distraerse con otras cosas que le ayuden a pasar el tiempo; la segunda alternativa es negarse a envejecer, gastar todo el dinero que puedan en borrar sus arrugas, en verse todavía jóvenes y atractivas, vaciar las tiendas con sus tarjetas de crédito, compitiendo con sus amigas, y buscarse un amante joven para poder tener un buen sexo, que ya no tiene en el matrimonio, esto le permitirá ser feliz y plena, con dinero, lujos belleza y sexo. El camino que la mujer elija, depende esencialmente, de cuánto dinero tengan ellas o sus maridos. Como vemos en sus mundo no hay lugar, ni tiempo para pensar, en los problemas de los demás y mucho menos en revolución, ellas están muy ocupadas durante toda sus vidas.

Y mientras el capitalismo tiene atrapadas a la mayoría de las mujeres, nuestras organizaciones todavía no han sido capaces de establecer políticas precisas para la incorporación y cualificación de las mujeres. Todavía existe mucho conservadurismo, todavía en la práctica se ve esta idea como una idea exótica que arranca risas socarronas de los camaradas, o se teoriza mucho pero sin poder llevar esas teorías a la práctica, tratando, en general, este tema como un problema mucho menos importante que otros de coyuntura.

Otro error que hemos cometido las mismas mujeres, de nuestras organizaciones, es alejarnos de la realidad de las mujeres comunes, de la hija adolescente y sus dilemas, de las jóvenes y sus problemas, de las madres, las esposas, de la mujer del día a día, que están en nuestros barrios, trabajos, centros de estudios, de esas mujeres que no entienden de marxismo, de lucha de clases, que al leer uno de nuestros artículos, no sienten reflejado sus problemas, mujeres que no se sienten identificadas con nosotras, porque nos ven cumpliendo “roles de varones”, porque no les inspiramos confianza, porque no tenemos sus mismos problemas, porque no hablamos su mismo idioma. Debemos aprender a llegar a ellas con creatividad, haciendo nuestros sus problemas, debemos comunicarnos con ellas como sus amigas, más que como sus líderes ilustres.

Los compañeros deben dejar de mirar a las compañeras como la madre de..., la pareja de..., la esposa de…, la hija de…, la Secretaria de la mujer, o peor aún como futuras o posibles conquistas. Hay que mirarlas como lo que son, nuestras camaradas, capaces de sobresalir con sus propios meritos y que, teniendo en cuenta que son doblemente oprimidas, anhelan encontrar en nuestras organizaciones, un lugar para luchar por la revolución, y a la vez un espacio que les permita realizarse como seres humanos.

Y las mujeres, no debemos permitirnos sentirnos especiales o con derecho a reclamar mayores espacios, por nuestra simple, condición de mujer. No debemos utilizar recursos indignos para crecer dentro de nuestras organizaciones, están estilos son más que humillantes, no debemos considerar, ni siquiera como una alternativa remota. Debemos esforzarnos diariamente para cualificarnos y ser mejores camaradas, mejores mujeres, mejores cuadros y mejores revolucionarias.

Por último, es necesario insistir en la necesidad de brindar más atención a este tema. No podemos seguir contentándonos con crear secretarias de la mujer o textos normativos sobre este tema, que por sí solos, no han venido dando resultados. Necesitamos cualificación de nuestros cuadros mujeres y la especialización, que nos permita incorporar más mujeres a nuestras filas, no porque se ven bien hacia fuera, sino porque entendemos su importancia y necesidad.

*Presidenta (e) del Movimiento Nueva Izquierda - Pucallpa
Sec. de la Mujer y la diversidad sexual de la Juventud Comunista del Perú

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