El sábado 8 de noviembre, se ha realizado la primera sesión de la Asamblea de los Pueblos (AdP). Organizaciones sociales, partidos de izquierda, representantes de gobiernos locales, intelectuales, etc. llegaron de todo el país hasta La Victoria para participar en el lanzamiento de este espacio que aspira a concretar de abajo hacia arriba una nueva forma de poder.
En el plenario inaugural, el auditorio de la federación de los trabajadores de construcción civil lucía colmado y las delegaciones aún seguían llegando cuando se indicaban los lugares en donde tres comisiones discutirían la agenda del día, “A ver compañeros: Situación Política en este mismo lugar, Lineamientos de organización en el patio y Bases Programáticas en el tercer piso” apuntaba Mario Huamán de la CGTP mientras la gente se mostraba incomoda por el extenso y caudillista discurso de Ollanta Humala.
La Asamblea de los Pueblos no nace de un solo acto, sino de un proceso iniciado en cada base que se organiza, reclama, construye, propone y que en el camino de tanto luchar y no ser escuchado entiende que también hay otras demandas postergadas por el modelo neoliberal y el capitalismo, que no está sola y que no basta la rabia para vencer. Entonces busca y encuentra la posibilidad de sumar fuerzas y multiplicar esperanzas en una organización superior que plantea un rumbo distinto para nuestra patria. Su existencia, entonces, va más allá del cálculo electoral.
En las comisiones se apuntaban numerosos oradores. En la primera comisión se hicieron extensísimos agregados, que la mesa quedó en resumir. En la segunda comisión, el debate resaltó el papel protagónico de los movimientos sociales y el orientador de las organizaciones políticas, pero la polémica se centró acerca de la cuota juvenil que finalmente se aprobó como un 30%. En la tercera comisión se coincidió en la necesidad de ampliar el debate a través de eventos para desarrollar las bases del programa.
Para la generación que ha crecido a la sombra de la frustrada Asamblea Nacional Popular de Villa El Salvador y la ruptura de Izquierda Unida, esta es la oportunidad para escribir una nueva historia y en tal sentido reclama con justicia su lugar. Pero no debemos olvidar que para ser fruto nuevo hay que ganarse ese derecho, que en la lucha por el futuro socialista no aceptamos ser jugadores de segunda división sino protagonistas por propio merecimiento.
Entrada la noche todos los delegados se volvían a juntar para aprobar los acuerdos de cada comisión. El primer informe se aprobó sin contratiempos; el segundo encontró la protesta airada cuando alguien propuso incorporar a organizaciones fantasmales para la Comisión Organizadora de la próxima asamblea y porque además se burlaba la cuota juvenil aprobada con anterioridad. La mesa que dirigía el plenario recuperó el control perdido cuando se retiraron las propuestas de marras. El tercer informe, que correspondía a situación política, generó más controversia, los reclamos eran justificados, los responsables no habían presentado un documento coherente, dejaron puntos importantes fuera, en cambio, incorporaron cantinflescas propuestas. Desde la mesa también hicieron mal al no recoger las precisiones necesarias. Este despelote terminó con la aprobación por mayoría del informe sin forma.
Siendo sinceros, todo el potencial de la Asamblea de los Pueblos todavía no se ha puesto de manifiesto y su primera reunión pudo tener más brillo, más amplitud, más claridad. Sin embargo, la reunión del 8 de noviembre es importante porque da nacimiento formal a un movimiento que hace tiempo se ha venido gestando y que no se detendrá. Para lograr el éxito debemos dejar de vernos el ombligo y asumir el reto grande de organizar y unir todo cuanto sea posible para derrotar al modelo. Los partidos deben esforzarse más por ser dirección eficiente de este proceso, si no podemos estar a la altura de estas circunstancias entonces que no nos sorprenda si desde los movimientos sociales reclaman hacer política sin nosotros.
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