Por Luis Gárate 05-04-09
Se acerca el día de la sentencia al ex dictador Alberto Fujimori y al margen de los resultados, que esperaríamos sean condenatorios por las proporción de sus crímenes, el proceso ha servido para poner en la palestra las estrategias que usan sus herederos para mantener viva y apuntalar la imagen del fujimorismo.
Desde el comienzo y en particular en la última etapa del juicio, Fujmori usó la sala como plataforma política y así pregonar su inocencia y la “justeza” de todo su accionar, aduciendo que fue el “pacificador” del país, benefactor de los pobres y que desconocía el accionar de su socio Montesinos y de los comandos militares de aniquilación.
Mientras tanto la bancada fujimorista y la muy publicitada hija Keiko tampoco perdieron ninguna oportunidad para politizar el proceso, declarar y hacer del juicio una suerte de show mediático para acusar de parcialidad a la fiscalía, lo procuradores y a los medios de comunicación.
Lo más grave de todo, en primer lugar, es que la dirigencia aprista empezando por el mismo Alan García, se han convertido en el principal aliado de la mafia fujimorista, ya que la avalan a través de los dos vicepresidentes (Giampietri y Mendoza) y los entuertos que permiten lograr mayorías en el congreso.
Lo segundo es que este respaldo gubernamental le da un manto de impunidad a diferentes segmentos de los grupos de poder que estuvieron y están vinculados al fujimorismo, pasando por sectores militares fascistas, de funcionarios públicos y del gran empresariado.
Se trata de varios aspectos en los que coinciden la dirigencia aprista y el fujimorismo, donde se encuentran sus intereses en mantener el modelo neoliberal y de enterrar los casos de corrupción y de violaciones a los derechos humanos. Ahí están sus coincidencias a la hora de difamar a la Comisión de la Verdad.
En tercer lugar, no podemos dudar que a pesar de las enorme dimensión de la corrupción y de envilecimiento del poder que provocó el fujimorismo, hay importantes segmentos de la población que añoran la ”mano dura” y el despliegue de obras del que se preciaba el régimen fujimorista.
Es este último aspecto al que más atención debemos prestar desde las filas de izquierda, pues sin un adecuado esclarecimiento y nueva vinculación con los sectores populares que fueron ganados por el asistencialismo fujimorista, será difícil revertir el pragmatismo que cunde en los segmentos populares de Lima y otras zonas urbanas.
Siguiendo a Erich Fromm en El miedo a la libertad al describir el surgimiento del fascismo en Alemania, podríamos decir que fujimorismo más que una ideología, es un estilo que pudo sintonizar con las reacciones de la clases medias empobrecidas que estaban atemorizadas por la violencia política de los 80 y a la vez, estaban ansiosas de soluciones “radicales“ ante el descalabro económico aprista.
Mientras el empresariado y los militares acogieron a Fujimori como conductor del programa neoliberal, el régimen manejaba los necesidades de los crecientes bolsones de pobreza a partir del despliegue de la asistencia alimentaria y de obras como servicio de electrificación, agua potable, pistas y colegios, entre otros.
Estos sectores pobres son ahora el objetivo en disputa entre los herederos del fujimorismo que levantan la figura de Keiko, la manipulación de la maquinaria aprista y las aspiraciones presidenciales de Luis Castañeda con sus redes municipales.
Si aspiramos a ser parte del un amplio bloque popular del cambio, debemos afinar las estrategias para afrontar la campaña aprofujimorista del olvido, la impunidad y el pragmatismo, dándole sentido político a las necesidades y demandas sociales y creando nuevos referentes de liderazgo público. Esas carencias izquierdistas se expresan en la falta de referentes de opinión y el alejamiento de los sectores populares, de los trabajadores, en particular de los jóvenes.
Podríamos empezar por adoptar iniciativas inmediatas, por ejemplo, para superar trabas serias como el burocratismo y algunas disputas que empequeñecen nuestra acción política. De no tomar medidas, podríamos ser nuevamente avasallados -en la ciudad capital y zonas urbanas- por la millonaria campaña mediática y la estrategia de manipulación y despolitización del fujimorismo, el Apra y la derecha.
*Periodista y militante de la JotaCé- Patria Roja
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