Por: Mónica Arias Tiznado (*)
La denuncia de los medios de comunicación respecto a las hijas negadas del congresista aprista Edgard Núñez, ha generado un argumento más de desprestigio para el Congreso de la República, este hecho reprobable por donde se le vea, ha puesto en tela de juicio la catadura moral del referido personaje, a quien hace algunos días oímos decir que él era una persona “muy buena y caritativa”, en referencia a las acusaciones sobre la extraña muerte de Edmundo Camana. Camana era el último sobreviviente de la sonada matanza de Lucanamarca, perpetrada en 1983 por Sendero Luminoso.
Es evidente que luego de conocer el caso de las hijas del congresista aprista y de escuchar su declaraciones al respecto, queda claro que no nos encontramos frente a una persona de buenos sentimientos y caritativa, como él se ha autocalificado; todo lo contrario, nos encontramos frente a un hombre cuya honestidad y bondad no son más que poses frente a las cámaras de los periodistas.
Sin embargo, el escándalo sobre la vida personal de Núñez, desatada los últimos días, han empañado las denuncias sobre su supuesta responsabilidad en la extraña muerte de Edmundo Camana en una clínica del Hospital Militar, más aún si la conducta del congresista Edgard Núñez resulta sospechosa, toda vez que al parecer se negó a revelar a donde había trasladado al señor Camana; están además las versiones incompatibles ofrecidas por el médico que atendió al desafortunado hombre en el Hospital de Enfermedades Neurológicas y las entregadas por el Hospital Militar.
Los hechos debieran ser investigados a profundidad a fin de esclarecer que fue lo que realmente ocurrió, una investigación a fondo, la determinación y sanción de los responsables que resulten implicados, sería la mejor forma de reivindicar la muerte de un hombre que logró salvarse de una de las peores barbaries que soportó este país, que sobrevivió para contar esta horrenda historia y que encontró la muerte 26 años después, ya no en manos de Sendero Luminoso, sino de quienes debieron – en su persona – reivindicar a los miles de campesinos que les tocó sufrir la barbarie de la insanía, no solo senderista sino militar - y eso no se puede negar - durante la llamada guerra interna que vivió el Perú.
El gobierno y los encargados de la administración de justicia en este país deberían demostrar que se siente igual respeto por los seres humanos, sin importar su condición social. La muerte de este campesino debe ser investigada aunque en ella se encuentre implicado un congresista y militante aprista, remarcamos esto, porque sobre el tema nada han dicho los señores de la estrella. ¿Será porque de respeto a los derechos humanos no tienen mucho que decir?.
La denuncia de los medios de comunicación respecto a las hijas negadas del congresista aprista Edgard Núñez, ha generado un argumento más de desprestigio para el Congreso de la República, este hecho reprobable por donde se le vea, ha puesto en tela de juicio la catadura moral del referido personaje, a quien hace algunos días oímos decir que él era una persona “muy buena y caritativa”, en referencia a las acusaciones sobre la extraña muerte de Edmundo Camana. Camana era el último sobreviviente de la sonada matanza de Lucanamarca, perpetrada en 1983 por Sendero Luminoso.
Es evidente que luego de conocer el caso de las hijas del congresista aprista y de escuchar su declaraciones al respecto, queda claro que no nos encontramos frente a una persona de buenos sentimientos y caritativa, como él se ha autocalificado; todo lo contrario, nos encontramos frente a un hombre cuya honestidad y bondad no son más que poses frente a las cámaras de los periodistas.
Sin embargo, el escándalo sobre la vida personal de Núñez, desatada los últimos días, han empañado las denuncias sobre su supuesta responsabilidad en la extraña muerte de Edmundo Camana en una clínica del Hospital Militar, más aún si la conducta del congresista Edgard Núñez resulta sospechosa, toda vez que al parecer se negó a revelar a donde había trasladado al señor Camana; están además las versiones incompatibles ofrecidas por el médico que atendió al desafortunado hombre en el Hospital de Enfermedades Neurológicas y las entregadas por el Hospital Militar.
Los hechos debieran ser investigados a profundidad a fin de esclarecer que fue lo que realmente ocurrió, una investigación a fondo, la determinación y sanción de los responsables que resulten implicados, sería la mejor forma de reivindicar la muerte de un hombre que logró salvarse de una de las peores barbaries que soportó este país, que sobrevivió para contar esta horrenda historia y que encontró la muerte 26 años después, ya no en manos de Sendero Luminoso, sino de quienes debieron – en su persona – reivindicar a los miles de campesinos que les tocó sufrir la barbarie de la insanía, no solo senderista sino militar - y eso no se puede negar - durante la llamada guerra interna que vivió el Perú.
El gobierno y los encargados de la administración de justicia en este país deberían demostrar que se siente igual respeto por los seres humanos, sin importar su condición social. La muerte de este campesino debe ser investigada aunque en ella se encuentre implicado un congresista y militante aprista, remarcamos esto, porque sobre el tema nada han dicho los señores de la estrella. ¿Será porque de respeto a los derechos humanos no tienen mucho que decir?.
* Comunicadora Social
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